El hombre que silba y que aplaude: cronicas teatrales

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Editorial latina, 1927 - 201 Seiten
 

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Seite 44 - La limitación de ese derecho es causa del tributo enorme de vida que nos cobran los asilos, las cárceles y los cementerios. En lugar de instituciones pro infancia desvalida, fundemos ligas por el respeto a la mujer en su función más noble. La maternidad nunca es un delito. Si se infringe una ley social, se ha cumplido la ley humana, que es la ley de las leyes.
Seite 67 - embocadura" del trombón le ha deformado el centro de su labio de bigotes castaños. Sus manos son amables, elegantes, virtuosas. Usa un anillo de piedra obscura en el anular izquierdo. Serio parece que llorara y al sonreír — que sonríe fácilmente, hasta cuando va a llorar — sus ojos de párpados pesados se agrandan expresivos, socarrones. No es débil y se le ve qué control lo domina al soportar una injusticia o una desgracia. Apasionado es desmedido y en la ira debe ser feroz. En la soledad...
Seite 121 - ... cumplen con la ley de la vida. Son el instrumento ciego de que se vale la naturaleza para seguir consolidando una raza nueva, a la que le prestan, cuando menos, el color de su piel. . . (Cruza a la derecha, hasta el centro de la escena, y luego se sienta en el brazo derecho del sillón de la derecha.) Como ya no hay conquistadores ni colonos que vayan a mezclarse con ellas en el campo, ellas vienen a la ciudad, obligadas por la necesidad, a buscar acomodo en los hogares, en donde por grado o...
Seite 41 - Retratos por falsificador y ladrón, viviendo entre ladrones, perseguido por ladrón, batido y preso a cada rato por ladrón y nunca he metido la mano en un bolsillo ajeno.
Seite 138 - Pero cada metida de pata que haces me cuesta muchos mangos. . . JOSÉ. — ¿Y cómo no voy a meter la pata si trabajo catorce horas por día? Si usted me pagara lo que merezco por ocho, no tendría que trabajar catorce y no metería la pata, y me podría casar tranquilamente. .. ¿O con los cinco garages que tiene y las dos casas de departamentos no le alcanza para pagarme lo que merezco? BORRACHO. — ¿Vos te crees que yo estoy alegre?
Seite 50 - Él, coronel e'los coloraus, yo comandante e'los blancos. . . tan amigazos en la paz como enemigos en la guerra; ay nos tiene. Cuando yo he andau de un lau en una pelea, guasquiándome por los míos, del otro lau lo he visto siempre a mi compadre reboliando la lanza entre la humadera.
Seite 38 - CÉSAR. — ¿Es decir que no crees en mí todavía? Precisamente seré yo, más que nunca. Sólo los demás creerán que soy otro. Siempre me pregunté antes por qué el destino me había excluido de su juego, por qué nunca me utilizaba para nada: era como no existir. Ahora lo hace. No puedo quejarme. Estoy viviendo como había soñado siempre. A veces tengo que verme en el espejo para creerlo. ELENA. — No es el destino, César, sino tú, tus ambiciones. ¿Para qué quieres el poder? CÉSAR....
Seite 19 - ... del talento. De donde infiero, que sólo fue poderoso el esfuerzo a diferenciar los hombres, que tan iguales nacieron, con tan grande distinción como hacer, siendo unos mesmos, que unos sirvan como esclavos y otros manden como dueños.
Seite 29 - Los pobres tienen olor a dijuntos, y es preciso darles con el pie pa que no apesten, y sabe Dios lo que habrá sido de aquellos desgraciaos, cuyo único delito en la vida ha sido ser mi mujer y ser mi hijo. Quiera Dios que no les haiga sucedido nada, quiera Dios que no les haigan hecho sufrir un minuto. Yo no soy malo, patrón, pero conozco que si alguno les hubiera tocado el pelo de la ropa, sería yo capaz...
Seite 120 - ... en Carmela y en Manuel, trata de rectificar.) Pero afortunadamente, en México la cuestión del color no representa ningún problema y no tiene ninguna importancia. . . Hasta en una misma familia hay prietos y güeros, y nadie se fija ni habla de ello. MANUEL. — Yo creo que lo malo es que no se hable. Porque, por no hablar, se fomentan complejos, antipatías y hasta rencores injustificados. Todavía hay muchos blancos que por el solo hecho de serlo se consideran superiores, y muchos prietos...

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